miércoles, 26 de noviembre de 2008

RECESION, RESCATE, INFLACION, DEFLACCIÓN

En la proliferación del montante de dólares que la Administración USA está ofreciendo para el rescate de bancos, financieras y consumidores, se le pregunta al secretario Paulson de dónde va a sacar tanto dinero y claro, (a preguntas obvias oidos sordos), indudablemente se sacará de la Reserva Federal que es el único pozo de reserva gracias a su prerrogativa exclusiva y excluyente de emisión del papel moneda, del dinero como instrumento de cambio, de circulación de bienes y servicios, lo que constituye el conjunto de la actividad económica expresada en el PIB, los impuestos, en fin, de todo el sistema capitalista.

La cuestión que debería ser objeto de atención, al menos analíticamente, es que si el aumento de circulante ahora, en recesión, vuelve a mover la actividad económica, una vez recuperada ésta, el volumen de papel insuflado provocará la subida de los precios (inflación) de forma que el regulador de la moneda tendrá que retirar papel al objeto del mantenimiento de la estabilidad de precios, esencial para la moneda.


En resumidas cuentas, que la fabricación de moneda para insuflar actividad crediticia e industrial, va a poner los pies de barro al instrumento de trafico mercantil por excelencia, el medio de pago, la moneda, el efectivo, el dinero.


Porque el papel moneda, como medio de pago de una transacción era, cuando se creó, un pago referido al oro que la reserva del emisor certificaba disponer y responder de la valoración del negocio realizado con la moneda de referencia. Despúes fué tras la debacle del sistema monetario del 29 cuando la reserva impuso el papel moneda (dolar) como divisa, respaldo del dolar por el dolar en lugar del oro. Cambio que en principio no supone más que una agilización de la imprenta sin ninguna inconveniencia respecto a la seguridad y seriedad del valor de respaldo nominal del papel ya que la fluctuación también se arrastraba con el patrón oro.

Pero es que ahora, con esa megalítica intervención se va a asimilar el papel moneda al cupón de racionamiento en que el expendedor se reserva el precio, no ya de la mercancia, sino del propio dinero.

Sobre estas premisas y yendo a la proliferación de billetes, la duda, alrededor de la inflacionaria, se vierte en la pregunta de si no hay dinero efectivo o bien existe, haberlo lo hay, pero no hay crédito.

El dinero, el efectivo, que se echa en falta, no es que se haya evaporado, es que se había especulado tanto y tan fuerte sobre su solvencia, su respaldo del tráfico económico, que ha tenido que despertar a la realidad el sueño burbujoso desproporcionado de las cifras y la creencia de la insotenibilidad del envite, la burbuja. Se puede pensar por tanto que no había tanto dinero efectivo, como el que parece que indicaba el PIB. Que el dinero no era efectivo sino crédito, derecho de compra y de pago, avalado por fondos que debiendo ser cash, no lo eran tanto, sino simplemente derechos sin aporte-referencia monetaria alguna. Corrobora esta idea de banalidad el hecho de que la crisis surge, se manifiesta, cuando los bancos ostensiblemente pierden la mutua confianza en el giro de créditos. La subida del interbancario era proporcional a la falta de confianza. Lo que lleva a concluir que ciertamente no existía ese dinero que ahora se le reputa oculto y prueba de ello son los rescates de las grandes entidades financieras.

En consecuencia, la inyección de la reserva monetaria de cantidades de miles de millones a los bancos, empresas y consumidores viene a sustituir el papel de crédito, el montante de la burbuja, por efectivo, moneda, para que en el tráfico mercantil, se vea palpable que los activos en circulación están soportados por su respectivo valor divisa del sistema.

Llegado a este punto, la especulación, burbuja económico.financiera, no se ha desinflado sino que se ha cristalizado de forma que el activo que figuraba como 100 (sin valor alguno por su rechazo en el mercado), se ha consolidado en su nivel precisamente por el respaldo del efectivo dispensado. Si el valor conseguido por el ejercicio de la especulación sigue igual después del rescate, no se puede decir que haya servido la intervención más que para renovar la confianza en el tráfico, para seguir concediendo créditos como hasta ahora.

Después de esta disgresión no queda más remedio que saltar a la conclusión a ver si ha servido de algo el análisis y se puede deducir lo siguiente.

Se concluye pues, que el rescate va a mantener el volumen especulativo en su valor alcanzado y ahora además con el tronco-soporte de la ayuda. Ese tronco, arrimado para mantener el valor conseguido especulativamente, va a incremetar más el fuego especulativo aunque el rescate se lo prohiba, porque el tronco hay que pagarlo. Así que toda la movida es para que nada cambie, todo siga igual hasta que se pierda la confianza de nuevo, en los envites especulativos del mercado.

Siembargo se puede entrever una salida. La del "villano en su rincón" (L. de Vega) que se enfrentó al todo poderoso rey. Si no me acojo a sus dádivas, su rescate, mi transacción no se referirá al precio establecido, sino al valor acordado, de forma que el precio (dinero) puede llegar a ser tan alto, disparatado, que no valga nada la moneda y halla que devolverla a la reserva por su inutilidad para el negocio. Deflación

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